NZ-2013 Día 13. Reefton – Kaikoura

Ficha


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Km inicial: 2995   Km final: 3315     Trayecto: 320 km

Nos queda bastante tramo por conducir, así que nos ponemos tempranito en camino y llegamos a la ciudad a eso de las 12 h. El paisaje, como de costumbre, impresionante.
¡Verde omnipresente!

¡Espectacular estampa!

Lo primero que hacemos es preguntar en el i-site el tema de ver ballenas. Nos comenta que hay un tour a las 12:30, pero que el mar está muy picado y quizás no salgan, así que decidimos posponerlo hasta mañana.

Comentamos con la mujer del i-site (muy maja) el tema de la guardería de focas que nos recomendó la chica madrileña en Franz Joseff y nos explica cómo llegar. Paramos en Ollau Point, donde habita una colonia de focas y nos deleitamos filmando a pocos metros de ellas.

Canales y arroyos por todos los lugares

Luego vamos al arroyo, un poco más arriba y ascendemos por el río un tramo hasta una poza con una cascada donde, para nuestro deleite, hay un montón de crías de foca en su guardería particular. Nos han explicado que ellas solas bajan hasta la playa para amamantarse de sus madres cada dos días o así. Una vez con la barriga llena, vuelven a la seguridad del salto de agua. Simplemente espectacular verlas pegadas a nuestros pies jugando.
Tras dejar los cachorros, volvemos antes a Kaikoura, parando antes en Nin Bin, una caravana en mitad de la playa con unas mesitas en la que venden Cryfish, la langosta típica de la zona. Mel y yo nos pegamos el capricho, y nos zampamos una con vino blanco que teníamos en la Van. ¡Espectacular!

Este fue nuestro homenaje gastronómico en el país

Mar, montañas nevadas, playas de roca, focas… ¿Quién da más?
Ganar algo de altura implica multiplicar las vistas

 

Cae la noche y debemos volver

Volvemos a la ciudad y buscamos un lugar para dormir. En el i-site, nos comenta que hay un pub irlandés que tiene un parking donde nos dejarán acampar. Nos ponemos en marcha para descubrir que está en el quinto carajo y que además es un B&B. Extrañados preguntamos y nos dicen que no hay problema.

Así que acabamos el día tomando unas birras en el local, mientras una pantalla gigante repite una y otra vez una secuencia de tres videos de un grupo irlandés ochentero para flipar. Las primeras veces está gracioso, aunque luego empieza a cansar.
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