Ver Día 4 Akaroa – Christchurch en un mapa más grande
Es una pena, pues la mínima tregua que nos otorga la bruma nos ofrece unas postales espectaculares.
Algo desanimados por el mal tiempo llegamos al aeropuerto internacional de Christchurch, donde recogemos a Magalie y nos vamos al Top 10, que ya habíamos visitado en nuestro primer día.
Sin comer siquiera, para ganar tiempo, nos vamos en bus hacia el centro de la ciudad, aunque nos han avisado de la ingrata sorpresa que nos vamos a llevar al llegar allí.
El 22 de febrero de 2011, la tierra tembló en la Isla Sur de NZ con una fuerza de 6.3 grados. El epicento, situado a tan solo 10 km de Christchurch en la misma región que había sido afectada por otro terremoto de 7,0 MW el sábado 4 de septiembre de 2010.
Varios edificios de la ciudad se derrumbaron y otros resultaron muy dañados, entre ellos la catedral de Christchurch de culto anglicano y la catedral del Santísimo Sacramento.
Ha sido el sismo con más víctimas en la historia neozelandesa tras el terremoto de Hawke’s Bay, ocurrido el jueves 3 de febrero de 1931 que causó 256 fallecidos, puesto que ha dejado, hasta el momento, 166 muertos, decenas de heridos y más de 200 desaparecidos. El daño fue evaluado en 12 mil millones de dólares entre indemnizaciones y reparaciones.
Estos terremotos, unidos al posterior de junio de 2011, supusieron una herida mortal para la antaño hermosa ciudad que, debido al elevado coste de la restauración, la incertidumbre sobre futuros seísmos y la negativa de las aseguradoras a sufragar las costosas reparaciones, condenaron a la urbe a la desolación y al éxodo de sus habitantes hacia ciudades «más seguras» como Dunedin.
Pasear por desérticas calles, entre solares abandonados y edificios en ruinas, con su catedral como emblema de devastación nos indicaban la magnitud del desastre, aguantada in extremis por pilares.
Al hablar con sus habitantes, éstos señalaban compungidos que, pese a dureza del golpe, ellos se encargarían de levantar de nuevo la bella ciudad.
La sensación era bien distinta, pues a pesar de ser sólo las seis de la tarde, teníamos la sensación de estar dentro de la película «Soy Leyenda», deambulando entre solares abatidos, calles cortadas y andamios imposibles. Incluso el bello paseo por el río es ahora un lugar donde sólo se escucha el chapoteo de los patos y el croar de las ranas.
Intentamos seguir el recorrido que marca la Lonely por el centro, pero la devastación es tal, que decidimos poner fin a nuestro solitario errar por silenciosas avenidas, otrora centro neurálgico de la zona.
Buscamos entonces alguna de las cervecerías que indican en la guía y que sirven buenas birras artesanas, sólo para descubrir que, o bien sólo había el esqueleto del edificio o un desolado páramo.
Finalmente, llegamos por accidente al descubrir el CDB bar, que sirven cervezas de la Cassel & Sons Brewering. Allí podemos degustar una excelente IPA y una pizza. Además, nos atiende una chica supersimpática que, como a todo kiwi, no hay manera de entender qué coño dice pero que nos cae genial. Además de tratarnos muy bien, nos regala un vaso con el logo de la cervecería.
¡Para saltársele a uno las lágrimas!
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