Nuestro vuelo sale a las 6:25 h de la madrugada, por lo que nos levantamos bien pronto para irnos al parking de larga estancia del aeropuerto. Como de costumbre, vamos con tiempo más que suficiente por si hay algún percance y nos toca esperar un buen rato hasta que embarcamos.
El viaje dura unas dos horas, que aprovechamos para descansar lo posible en el avión. Llegamos a Tánger sin ningún contratiempo y nos encontramos con la primera sorpresa: es ramadán, y por lo tanto retrasan una hora el reloj, por lo que la diferencia con España es de dos horas, lo que nos hace «llegar» muy temprano, que unido al lento despertar del lugar debido al ramadán, nos deja en unas calles desiertas y sin vida. De hecho ni tan siquiera nuestro anfitrión ha vuelto a la vida todavía.
Cogemos un grand taxi en el aeropuerto, por por 150 MAD (15 €) nos deja en el AirBnb que hemos cogido, que está en las afueras de Tánger, a unos 6 km de la medina. No podemos entrar en el apartamento, por lo que comenzamos a caminar por las calles vacías, preguntando a los escasos transeúntes que nos cruzamos por el camino, que nos comentan dónde hay una estación de bus local que nos puede dejar en el centro. Llegamos a la parada y cogemos un autobús, que por 3.5 MAD/persona (0.35 €) nos lleva hasta la zona de la medina.
La verdad es que por el precio que salen los petit taxi, es mucho más recomendable coger uno de ellos que esperar el bus, pero eso entonces no lo sabíamos aún.
Como es ramadán, hasta las 10:30 – 11 :00 h no empieza a moverse nada, incluso en la medina, por lo que cambiamos de unas calles vacías a otras calles vacías, pero más estrechas. Finalmente Mohamed (nuestro anfitrión) respira, y nos recoge en el centro para que podamos instalarnos y dejar el equipaje. También, con la amabilidad del pueblo marroquí, nos vuelve a dejar en el centro, ya a una hora más acorde al momento.
Paseamos por la medina y el petit y grand socco, que poco a poco va despertando, abriendo sus tiendas, locales y restaurantes para el turismo.
Aquí es complicado resistirse a la insistencia y locuacidad de los vendedores y sus conseguidores (se va cogiendo práctica con el paso de los días), por lo que lo más normal es que uno acabe comprando más cosas de lo que tenía pensado en un principio.
Comemos en un pequeño restaurante en la medina, sabrosa comida típica marroquí (para eso hemos venido) y seguimos nuestro paseo por la medina y parte de la Ville Nouve, perdiéndonos y encontrándonos entre el sinfín de callejas, donde vemos las murallas y la mezquita.
Acabamos cogiendo un billete para el bus turístico (muy recomendable), que te permite usarlo durante dos días y en dos trayectos, uno por la ciudad de Tánger, y otro recorrido que va a Cap Spartel y Las Cuevas de Hérules, dos de los típicos atractivos de la ciudad. Aprovechamos para hacer la visita a la ciudad, y así ver una pincelada de lo que no habíamos visto hasta ahora.
Acabamos intentando comprar algo de comida para la cena y el desayuno del día siguiente, misión casi imposible, pues llega la hora de romper el ayuno (sobre las 18:00 h), y el mundo se vuelve a parar por completo durante una hora media aproximadamente.
Nos cuesta horrores encontrar un taxi que nos lleve de vuelta a casa, ya que además de que la gente se va a sus hogares para comer, somos tres, algo que no es muy rentable para los taxistas, que prefieren coger una o dos personas, para poder así compartir el taxi con alguna otra persona que vaya en la misma dirección. Finalmente, logramos que nos recojan y por 30 MAD, como 10 MAD más que el coste normal del trayecto, acceden a llevarnos.
Como curiosidad que ya nos había comentado Mohamed, a la hora de romper el ayuno, personas, tiendas e incluso restaurantes, reparten comida entre la gente de la calle, para que todo aquel que por alguna razón no pueda o no tenga para comer, tenga algo que llevarse a la boca. Es parte de sus preceptos religiosos y es una muestra de educación y respeto aceptarlo. Paseando por el barrio nos ofrecen dátiles y algunos dulces típicos, que aceptamos agradeciendo el generoso gesto.
Esperamos hasta las 21:00 h, en la que el bullicio ha vuelto a las calles, y aprovechamos para comprar algo de comida y nos vamos a dormir, pues ha sido un largo día.