Mi lugar favorito de Catalunya

Nuestro compañero blogero Dani, de Viatges Pedraforca, nos invita a indicar nuestro lugar preferido de nuestra tierra, atendiendo a belleza, singularidad o cualquier otra causa que nos lleve a otorgarle tal distintivo.

Estoy seguro que en este compendio surgirán lugares maravillosos y emblemáticos de toda la geografía catalana, pero mi opción tiene que ver más con los sentimientos que despiertan el lugar que del propio lugar en sí mismo, pues no deja de ser un paisaje más que corriente dentro la belleza general que esconde en cada rincón el Ripollès. Este lugar no es otro que la Riera de Vallfogona, cerca de Ripoll.

1987. Llegando a la explanada

1987. Llegando a la explanada

El lugar presenta un típico paisaje del prepirineo: bosques espesos, prados, masías olvidadas y derruidas fruto del abandono del medio rural en el éxodo a poblaciones con más oportunidades, etc.. Pero no tendría nada que destacar sino se asocia a una época muy importante para todos: nuestra niñez.

Mi lugar preferido de Catalunya es éste y no otro por una sencilla razón. En aquella despreocupada época, donde nuestro único afán era correr, reír y jugar desde que el sol salía hasta que caíamos agotados en nuestra cama, no hubo para mí sin duda un lugar como nuestra querida explanada de Ripoll, como cariñosamente la llamábamos.

El campamento

El campamento

Eran mediados de los ochenta y por entonces la acampada era una cosa totalmente diferente a la de ahora. Lo más destacado era que en Catalunya uno podía acampar libremente en casi cualquier lugar, lo que nos lleva a la retina imágenes que ahora no podríamos ni tan siquiera imaginar: auténticos campamentos itinerantes se apropiaban de los lugares y allí pasábamos todo el verano acampados. Encendíamos hogueras por las noches, bebíamos agua de fuentes casi perdidas (e incluso del río), pescábamos truchas que luego nos comíamos para cenar… Incluso recibíamos la visita nocturna de las patrullas de la extinta ICONA, que venían de tanto en tanto por allí a charlar con nuestros mayores.

1986. La riera, fuente inagotable de diversión

1986. La riera, fuente inagotable de diversión

Fue una época que pude disfrutar gracias a mis tíos, que me llevaban con ellos cuando mis padres, atados por sus obligaciones, no podían salir de vacaciones. Y fue sin duda una época que nunca olvidaré en mi vida, pues aquella explanada y nuestro radio de acción, fue la semilla de mi amor por la naturaleza. Allí pasábamos el día jugando a fútbol, con las bicis, nadando y pescando en un río que antaño era de aguas cristalinas y disfrutando de una libertad impensable ahora.

1985. En el interior de un molino en runias

1985. En el interior de un molino en runias

Por la noche jugábamos al escondite con linternas y a «sustos», mientras nuestros mayores disfrutaban de la conversación junto a la hoguera.

Fue una época que tenía que llegar a su final por el descontrol que generaba, pero sin duda, aquellos que pudimos disfrutarlo, no lo olvidaremos jamás.

Y no me puedo despedir sin dar las gracias a mis tíos Jose María y Manoli, que acarreaban conmigo durante semanas para que pudiese disfrutar de aquellas maravillosas vacaciones junto a mis primos y amiguitos, nuestro particular Verano Azul, que más que azul, era verde.

Fotografías cortesía de: Jose María Godayol.

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