Ficha:
Distancia: 18 km
Desnivel acumulado
Subida: 1.016 metros
Bajada: 766 metros
Dificultad: Media/Alta
Volvemos a la carga con la tercera etapa del Sendero de los Cátaros, que poco a poco nos va acercando al Pirineo para atravesar la cordillera hacia Catalunya.
De nuevo nos pegamos el madrugón y la paliza en bus hasta llegar a Orgeix, desde donde empezamos a caminar por donde no marca la señalización (para no perder la costumbre). Los primeros 5 km son bastante feos y discurren en su mayoría alternando carretera y pista bastante dura.
Llegados a un punto giramos y empezamos a subir de manera más continua por una pista ancha pero más blanda. Al poco empieza la fiesta: parece que ha habido mil avalanchas y el camino está totalmente atestado de árboles caídos, más o menos apañados para poder ir pasando, aunque ralentiza mucho el ritmo (y hace más ameno el camino).
Así con la tontería vamos subiendo, más preocupados por evitar obstáculos que por la cuesta en sí misma, hasta que llegamos al coll, donde está la cosa más despejada. Llaneamos un poco entre prados y tremendos abetos hasta que iniciamos el descenso.
Por suerte ese costado no sufrido las inclemencias del tiempo, por lo que no tenemos que ir esquivando mil troncos y bajamos bastante rápido, por un estrecho corriol que pronto nos deja ver Mérens les Vals, punto final de la etapa.
Bajamos hasta la entrada del pueblo, bastante bonito y tan soso como todas las villas que hemos pasado desde que iniciamos el GR. No hay nada abierto para poder tomarse una cerveza tranquilamente, así que comemos en un murete al lado del parking, con la promesa de poder hacer una cervecilla a la vuelta en el área de servicio.
Menos mal que, como siempre, Jordi trae un poco de vino. La ensalada de pasta después del pateo con agua es un poco triste. ¡Debería estar prohibido que no hubiera un bar abierto al final de cada etapa!