El barranco es de iniciación y no presenta (en principio, siempre hay que ir al loro) ningún problema. El acceso es algo largo pero bonito, aunque no a todo el mundo le guste tanta subida.
Llegamos al lecho del río, nos enfundamos en nuestros neoprenos y, al agua patos (y teletubi)!
El agua estaba muy turbia y las caídas y golpes se multiplican. Mari Carmen (el teletubi) decide cargarse el barranco a cabezazos y decido dejarle mi casco para evitar una denuncia de Greenpeace por destrozar el medio natural.
Entre risas, chapoteos y algún momento un poco más complicado llegamos al puente que da nombre al camping y final del barranco.
A comer! Qué traemos hambre de lobo y sed de camello!
La noche la siembra de chistes y anécdotas el salvaje de Miguel, que menos mal que creció (poco) y dejó atrás sus años de criatura, porque si no es capaz de aniquilar todo bicho viviente en 100 km a la redonda del bienaventurado (y a partir de entonces desgraciado) hogar que lo vio nacer.
El domingo lo dedicamos a ferratear un poco mientras otros hacían un pateo o se hidrataban en Rodellar. Nos fuimos primero con Mari Carmen Teletubi y Patxi a la mini-ferrata de iniciación “El Puente” y luego nos fuimos Julià, Anna, Mel y yo a la ferrata del “Espolón de la Virgen”. La ferrata es bastante aérea y muy chula. Como siempre nos dejamos la cámara en el camping, con lo que no tenemos ni una triste foto. En fin, es lo qué pasa por no tener cabeza!!!
Llegados de la ferrata, comemos en Rodellar y de vuelta a casita…