“El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”. – San Agustín.
El bueno de San Agustín no podía tener más razón, así que ni hartos ni perezosos, iniciamos nuestro primer viaje con Asier, para que se inicie en la lectura de la vida.
La zona elegida es Normandía y Bretaña, pues cumple los requisitos que nos habíamos propuesto: un lugar relativamente cercano a casa (no hay que olvidar que Asier tenía dos años entonces) por si había que salir corriendo y con un gran atractivo paisajístico y cultural. Sin duda, ambas regiones lo cumplen de sobra.
En esta ocasión elegimos el camping como modo de alojamiento, para poder viajar con nuestro vehículo y así no tener las ataduras que implican elegirlo de antemano. La única pega es que hay que trasladar todo el campamento a medida que nos vayamos moviendo.
De camino a nuestro destino está París, por lo que no desaprovechamos la oportunidad de pasar unos días en la capital gala. Para ello reservamos plaza en el camping Indigo Paris Bois de Boulogne, situado en el bosque que indica su nombre, y con un cómodo mediante autobús a la red metro que nos permitirá movernos por la ciudad.
Si tenéis pensado alojaros allí en temporada alta, es más que recomendable reservar plaza anteriormente, pues lo más normal es que el camping esté completo todos los días. En los tres días que nosotros pasamos, el devenir de entradas y salidas era brutal.
Una vez instalados cogemos el bus que nos llevará de la puerta del camping a la parada de metro y en un plis estamos en el Arco del Triunfo, en pleno centro parisino.
A pesar de lo que uno pueda pensar, el centro de París es muy cómodo para visitarlo a pie. Además, el metro no está precisamente preparado para carritos (ni te cuento para personas con movilidad reducida), por lo que nos calzamos la gorra y las gafas de sol y bajamos la Avenida de los campos Elíseos hasta llegar a la Plaza de la Concorde, donde podemos ver el Obelisco de Luxor.
Continuamos bajando hacia el Louvre y pasamos por el espléndido Jardín de las Tullerías, con su emblemática noria.
Llegamos al museo del Louvre, en el que la cola para entrar nos dejaría sin vacaciones, por lo que nos contentamos con ver su famosa pirámide y continuar nuestro paseo
El paseo nos lleva por el Sena y sus puentes hasta la Ile de la Cité para disfrute de Asier, que no dejó sin saludar a ninguno de los 1500 barcos que pasan por minuto por sus tranquilas aguas.
Y así llegamos al antiguo centro de París y a las puertas de su monumento más emblemático, la catedral de Notre Dame.
Aquí recuperamos fuerzas con un heladito…
… para continuar nuestra visita al Palacio de Justicia.
Acabamos la tarde paseando por el Quartier Latine, perdidos entre sus numerosos cafés y tiendas, donde se puede encontrar un local de Mariage Frères y sus exquisitos tés.
Y así acaba nuestro primer día en París, con un total de 15,1 km recorridos a pie.