Un tramo de 80km de la Côte de Nacre (Costa de Nácar) entro a formar parte de la historia mundial al amanecer del día 6 de junio de 1944 al erigirse como escenario de la mayor operación militar de la historia hasta entonces, bautizada en código como Operación Overlord, pero conocida por todos como el Día D.
Ese día, un enjambre de lanchas de desembarco, parte de una flota de casi 7000 embarcaciones, llegó a sus orillas y decenas de miles de soldados de Reino Unido, Canadá, EE UU y otros países iniciaron la sangrienta ocupación del territorio; una ofensiva que ha sido plasmada en multitud de ocasiones, tanto en cine como en literatura.
Iniciamos nuestro itinerario en el Pointe du Hoc, donde ese día , 225 soldados de un comando estadounidense, escalaron los arrecifes de 30 m de altura para atacar las posiciones alemanas donde se había instalado una enorme batería de artillería capaz de alcanzar las playas de Utah al oeste y Omaha al este. Aunque los cañones habían sido inutilizados por la aviación, los soldados ocuparon el puesto de mando alemán y repelieron los contraataques alemanes hasta que llegaron los refuerzos. 81 muertos y 58 heridos fue el resultado final del ataque.
Hoy en día, siguen pudiéndose ver los cráteres y algunos restos de las fortificaciones que tanta sangre costaron a ambos bandos. Algo que debería hacernos reflexionar sobre la crueldad de la guerra.
Seguimos hacia la playa de Omaha, donde se produjeron los combates más brutales de ese Día D. Allí poco salió como se había planeado y el desembarco fue una carnicería en la que el ejército aliado quedó a expensas de la artillería y los puestos defensivos alemanes, que habían sorteado sin problemas los bombardeos anteriores. Sin duda, la escena de la película Salvar al Soldado Ryan, nos ofrece una muestra del infierno que debió ser el desembarco.
Hoy en día el lugar se ha convertido en zona de veraneo repleto de casitas de descanso. Un único banco de hormigón usado para llevar tanques a la orilla, algunos búnkeres al oeste, así como los restos de un punto fortificado alemán en lo alto de la colina son los últimos vestigios de aquella barbarie.
Seguimos nuestra ruta del terror hasta el cementerio alemán de Maringy, uno de los sobrios cementerios donde se encuentran los restos de 11.169 soldados alemanes. Ante la grandilocuencia del masificado cementerio estadounidense , resulta más que conmovedor pasear entre las simples cruces de piedra, en soledad casi total.
La naturaleza, en un acto de acompañamiento dramático, nos obsequió con una fina lluvia que desembocó en una neblina que aún daba un aspecto más solemne y sobrecogedor al lugar.
Dejamos atrás el cementerio alemán para dirigirnos al cementerio estadounidense, que nada tiene que ver con el lugar anterior. Gigantesco, repleto de blancas cruces, miles de turistas haciéndose selfies y correteando entre las tumbas. Un espectáculo que ha perdido todo sentido.
No nos demoramos mucho en lugar (habíamos hecho nuestro silencioso duelo en Maringy) para dirigirnos a Arromanches. En esa tranquila población costera, Churchill creó dos puertos artificiales prefabricados que llegaron por mar desde el Támesis. Durante los días posteriores al Día D, por allí desembarcaron 2.5 millones de hombres, 4 millones de toneladas de equipo y medio millón de vehículos.
Aún se pueden ver los restos desde los arrecifes, sobre la población.
Acabamos la intensa jornada dando un paseo por el centro histórico de Caen, con sus más de 1000 años de antigüedad. Ciudad preferida de Guillermo el Conquistador que construyó un castillo y dos abadías en ella. Después de la Segunda Guerra Mundial, donde la ciudad quedó en bastante mal estado, se reconstruyó alrededor de los monumentos que quedaron en pie.