Visita a uno de los lugares más pintorescos de toda Eslovenia. Lo normal es visitar el curioso castillo junto a las cuevas de Postojna, pero no es un plan que nos acabe de cuadrar con el peque, al que estas visitas monumentales le aburren sobre manera, más aún cuando deambulan cientos de personas por espacios tan estrechos. Por tanto, nuestra visita se redujo a disfrutar del espectacular emplazamiento de la fortaleza.
Como alternativa nos vamos a ver el lago Cerknica, pero tiene un nivel muy bajo de agua y además empieza a llover con cierta intensidad.
Pensamos en acabar la tarde en Ljubljana, pero a pocos kilómetros para llegar empieza a caer un aguacero que nos hacen girar hacia el camping, donde acabamos la tarde en nuestra querida caravana, disfrutando de una cervecita y unos snaks mientras observamos la tormenta que esperamos rebaje un poco la sensación de calor.
La Leyenda de Erasmo de Predjama (¿Tywing Lannister?)
En la segunda mitad del siglo XV hubo una lucha entre el emperador austriaco Federico III de Habsburgo y el rey Matthias Corvinus de Hungría. El testarudo y orgulloso caballero Erasmo en esta lucha apoyó el rey húngaro. Un día, el emperador de Austria decidió decapitar a un amigo de Erasmo y ese, en venganza, mató a un pariente de Federico III. A partir de ahí, las cosas cambiaron en la vida del caballero. Erasmo tuvo que escapar y encontró refugio en Predjama. Desafió al emperador austriaco con ataques a las caravanas de comerciantes. Así que Frederico III dio orden al teniente de Trieste Gaspare Ravbar que lo encontrara y matara. Gracias a las huellas en la nieve que Erasmo dejó tras sí, Ravbar lo encontró en el Castillo de Predjama. Con su ejército sitió el castillo durante un año y un día, sin éxito. Durante ese tiempo el teniente no sabía que Erasmo tenía una salida secreta. El caballero utilizaba una de las galerías detrás del castillo que llevaban al exterior. Andaba hacia Vipava, donde recogía cerezas que después las ofrecía al ejército desesperado. Gaspare Ravbar no sabía cómo derrotar a Erasmo. La solución la encontró en uno de los criados de Erasmo que decidió delatar a su amo. Cuando Erasmo se dirigió, como escribió Valvasor, “al lugar al que ni el sultán turco puede mandar a su representante”, el criado encendió una linterna y así indicó dónde se encontraba el caballero. Ese fue el fin del llamado “Robin Hood esloveno”.