Mi amiga Anabel me envío unos uasaps hace como un mes y medio para decirme que tenía el olivo a tope de olivas y que si yo sabía aliñar olivas. Le comenté que lo hice una vez, aunque me quedaron blandas y con un sabor no muy intenso pero bueno. Así quedamos en que yo le pasaba unas recetas y ella me daba olivas y lo volvíamos a intentar.
Para no cometer errores, recopilé información de algunos compis del CER, más diestros en el aliño de olivas que yo, como Isidro y Murillo, los cuales me dieron la lección magistral para que salieran buenas.
Primero hay que quitarle el amargor a las olivas, lo que se hace primero rajando o machacando un poco la oliva para ayudar al proceso (éstas, como son arbequinas, no lo hice porque es para volverse loco). Entonces hay que meterlas en un cubo e ir cambíandoles el agua cada día (mejor si es sin cloro). Después de unos diez días, hay que probarlas: si están amargas hay que seguir con el proceso, si están sosas a morir, pero apenas amargan, el proceso ha llegado a su fin.
Pasamos al aliño. Para ello preparamos las especies que vamos a utilizar. Aquí hay tantas recetas como personas en el mundo, así que cada uno le puede echar lo que más le parezca.
Yo utilicé romero, tomillo, ajedrea (sajolida en català) y tallos tomillo (de este último no pasarse).
Además le añadí un par de cabezas de ajo machados, un limón, un par de pimientos rojos y medio vaso de vinagre.
Con las hierbas, lo primero que hacemos es hervir la mitad durante unos quince minutos, para sacarle el máximo de jugo. Luego, echamos el líquido a la tinaja (preferible de barro), para que se vaya enfriando, ya que tiene que estar a temperatura ambiente antes de echar las olivas.
Luego viene el tema de la salmuera, básica para que las olivas no queden blandas y se conserve en condiciones. La salmuera se hace con agua y sal, y aquí viene la pregunta del millón: ¿cuánta sal se le echa? La respuesta es sencilla: un huevo.
Yo me quedé pillado con la respuesta, pero está claro, vamos echando sal al agua (sin cloro) y vamos comprobando con un huevo hasta que empieza a flotar. ¡Ya está la salmuera en condiciones! Y verdaderamente hay que echarle un huevo de sal; yo conté una media de 7 cucharadas soperas por litro de agua.
Echamos la primera tongada de salmuera y el vinagre, y comprobamos que con el agua del hervido ya esté una temperatura más o menos ambiente, que no esté caliente. Así vamos echando una capa de olivas, un puñado de hierbas e ingredientes y hasta que se nos acaben las olivas. Luego lo cubrimos todo por completo con la salmuera.
Ahora solo queda esperar un par de semanas hasta que las olivas cojan en sabor del aliño. Durante este tiempo, si hemos hecho bien las cosas, aparecerá una capa de moho bastante heavy en la superficie. Pese a que impresiona un poco, eso es la protección que crea la conserva.
Para coger olivas, apartamos la capa por un costado y vamos sacando olivas del fondo con un cucharón de madera (no de metal). Si quedan manchadas de moho, le podemos pasar un poco de agua por encima, sin pasarse para no quitarles el aliño.
Y esta es la pinta que tienen en la mesa. Cada día que pasa cogen más sabor y están más ricas, Como dice Anabel, «te las comes como si fueran pipas».
¡¡Gracias Ana por el regalo!!
Madreeee jajaja, si me has mencionado y todo jajajaja.
Seguro que te han quedado mejor que a mi. Me faltan tablas!
Un beso
Pues como no te voy a mencionar. La mitad de la culpa es tuya!!!
Sí que han quedado buenas, sí… Lo importante es ir cogiéndole el tranquillo. Las primeras que hice me salieron fatal, jeje